Carlos Layoy tenía dos objetivos a cumplir en Taipei: volver a saltar 2,20m y meterse en las finales de salto en alto. Cumplió con las dos, aplausos para él.

Conseguí lo que nos habíamos propuesto con mi entrenador; hacía un año y medio que no lograba saltar los 2,20, así que me voy contento por eso”,  cuenta el estudiante de la tecnicatura superior en Régimen Aduanero. Carlos pasó a la final luego de tres saltos impecables y poco desgaste físico; en la clasificación general  quedó ubicado en la novena posición, a un paso del diploma de honor. “Eso me dejó un sabor amargo, pero me quedo con las buenas sensaciones”, dice.

También habla bien sobre el clima que se vivió en las 29° Universiadas de Taipei: “Se armó en atletismo un grupo muy bueno, hacía tiempo que no veía este compañerismo, de alentarnos unos a otros”. Y agrega: “Si bien no tuve oportunidad de tener contacto con chicos de otros deportes, por los horarios de competencias y entrenamientos, sí hubo muy buena onda, nos cruzábamos en la Villa Olímpica, nos saludábamos, nos deseábamos buena suerte. Rescato mucho eso”, destaca antes de subirse al avión que lo devolverá a la Argentina donde seguirá entrenando para volar más alto.