Parece que tiene la pelota atada, pero es porque se conocen desde siempre. “Mi vida va de la mano del fútbol. Jugar es lo que me apasiona y lo que me permite ser feliz en todo lo que haga”, dice Amancay Urbani. Y no queda otra que creerle.
Su relación con la pelota empezó desde chica, en el Club Futuro de Reconquista, donde nació y donde lo único que se podía hacer era jugar al fútbol. Fue casi amor a primera vista. Después empezó a jugar torneos por todo el país, participó en los Juegos Evita y la convocaron por primera vez a la selección argentina. Tenía 14 años. Desde entonces, vistió la celeste y blanca en Sudamericanos, Panamericanos y en la reciente Copa América en Chile, donde las chicas se hicieron escuchar y revolucionaron las redes sociales pidiendo un poco más de atención por parte de la AFA. Ahora van por el repechaje por un lugar en el próximo Mundial de Francia 2019.
Aunque su deseo es jugar al futbol toda la vida, Amancay siempre supo que tenía que pensar en su futuro. Por eso, cuando terminó la secundaria se mudó a Córdoba para estudiar Kinesiología en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y, obvio, se sumó al equipo de fútbol que compitió en los JUR y en los JUAR. También empezó a jugar en la primera de Belgrano de Córdoba. De allí a la selección universitaria, un paso. Estuvo en los Juegos Universitarios Sudamericanos Miramar 2016, donde Argentina obtuvo la medalla de plata, y en las Universiadas de Taipei 2017, siempre en el puesto de delantera-volante.
“Me gusta mucho la carrera y siento que la puedo vincular con el deporte”, reconoce la estudiante que hace maravillas con una pelota en los pies y que demuestra que con pasión, no hay carrrera que se resista, ni en la facultad ni en el deporte.