Tomás Bacigalupo tiene nada más que 18 años y ya la descosió en las pistas de Almaty. Hasta hace unos meses, el estudiante de Ingeniería en el ITBA pensaba que sería imposible participar de las Universiadas de Invierno en Kazajistán, hasta que llegó la propuesta de la FeDUA y no pudo decir que no. Podría decirse que Tomás es una especie de “atleta prodigio”, esquía desde los dos años, practica mucho deporte y se entrena duro para mejorar día a día. Almaty no es su primera competencia internacional, ya había vestido la celeste y blanca en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Lillehammer, Noruega, pero asegura que estas Universiadas lo sorprendieron. “Nunca imaginé tanto nivel en el ámbito universitario. Pensé que iba a ser muy tranquilo, ya que este es el primer año que voy a la facultad y sé el tiempo qué hay que dedicarle. Pero cuando miraba las listas de largada el día anterior a las carreras, me sorprendía de los tremendos esquiadores que estaban ahí, fue la competencia con más nivel que corrí en mi vida”, revela.

Estar un Juego Olímpico es como vivir en dos mundos paralelo: “En la Villa Olímpica todos los atletas se relajan y se divierten, estar ahí ya es increíble. Después, en las competencias no se relaja nadie y todos dan lo mejor.” Él completó una muy buena performance en Slalom.

Sobre lo que viene: “Obviamente, ya puse como meta participar en la próxima Universiada. Me encantó el evento y ver a los competidores que entre manga y manga de la carrera se ponen a estudiar me motiva mucho más a seguir con las dos cosas, estudio y deporte.”

Artículos Relacionados