A un costado de la cancha había un hombre muy atento a cada movimiento del tenista Franco Tamagnone. «Respirá», le decía.»Tomate tu tiempo», lo aconsejaba cuando estaba por sacar.

No era el capitán. Tampoco uno de sus compañeros de equipo. Era Juan Daniel Tamagnone, el papá de Franco que atravesó el mapa desde Río Tercero (Córdoba) hasta Taipéi.
«A Franco lo acompañaba a jugar desde chiquito a todos lados, es la primera vez que salgo del país para alentarlo», contó. «Hoy ya está grande y su vida cambió, por eso antes de venir le preguntamos si podíamos viajar». Juan habla en plural porque vino con su mujer, la mamá de Franco, que prefirió esperar en el court central porque se pone muy nerviosa cuando ve jugar o sufrir a su hijo, como suele pasarle a todas las mamás.

Recién recibido de Contador Público en la Universidad Siglo 21, cuando era chico Franco tuvo que elegir entre jugar al futbol o al tenis y llegó a hacerlo como profesional un par de años. Hoy, enfrentó a Patrick Ofner de Austria, («un rival duro», según Juan) para defender la camiseta de #ArgentinaEnTaipei. Por suerte, hinchada no le faltó.

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